El régimen del 78 se desmorona. Esto es una evidencia. Los dos partidos que lo sustentan nos han traído a esta difícil situación en la que nos toca vivir. PP y PSOE han fracasado. Sus cúpulas sin duda se han beneficiado robando a manos llenas, pero se han dilapidado a si mismas, ya que ahora no pueden configurarse como una alternativa. Aunque intenten volver a cimentar la confianza del pueblo español, no se puede construir sobre los escombros del paro, el hambre, los desahucios o la inseguridad de los que nos tenemos que conformar con un trabajo precario cobrando tarde, mal y nunca, lastrados por sus desconsoladoras reformas laborales. El régimen del PPSOE toca su fin. Ambos partidos llevan demasiado tiempo desconectados del pueblo, rompiendo el contrato que firmaron con la ciudadanía al ser votados. Están demasiado acostumbrados a llevar un programa en la campaña electoral para después incumplirlo sistemáticamente, siguiendo los dictados de La Troika. Pero se les acabó el crédito. Estamos cansadas y cansados.
Intentan seguir engañándonos, pero ya no cuela. A medida que la situación se hace más complicada para la inmensa mayoría ciudadana, más endulzan sus palabras. Hablan de competitividad, en lugar de decir a las claras que nos van a bajar el sueldo, afirman que son necesarias ciertas reformas cuando quieren decir graves recortes en servicios sociales básicos, nos cuentan que nuestro país no atraviesa una crisis; sino que es el efecto de una desaceleración acelerada, se atreven con chistes como que España es la locomotora de Europa, aseguraron sin pudor que no iba a haber ningún rescate de la banca española, hicieron una campaña cuya consigna principal era no más IVA, nos contaron que no tocarían ni la sanidad ni la educación, proclaman orgullosos que van a luchar contra la corrupción a la vez que bloquean los intentos de crear una comisión para investigar la financiación de los partidos, dicen que abogan por una regeneración democrática mientras demuestran una y otra vez que son auténticos enemigos de las urnas (que les pregunten a los catalanes), por no hablar del pucherazo electoral de Cospedal en Castilla-La Mancha que dejará a los partidos pequeños fuera. Una y otra vez insultan nuestra inteligencia con una serie de afirmaciones que acaban siendo falsas, haciendo gala de un enorme populismo.
El régimen del 78 está malherido, pero todavía no está muerto. Estamos viendo sus rabiosos últimos coletazos. Se dedica a mentir, desprestigiar, calumniar y difamar a cualquiera que se oponga a sus métodos, independientemente de la trinchera a la que pertenezcamos. Tan solo tenemos que recordar algunas de las miserables afirmaciones hechas por diferentes miembros del PP: Cifuentes dijo que Ada Colau es filoetarra, una concejala del PP de Calasparra afirmó que las mujeres que abortan son terroristas, un diputado del PP andaluz llamó a Sánchez Gordillo etarra, Artur Mas fue comparado por Jaime Mayor Oreja con ETA por internacionalizar el conflicto entre su comunidad y el Estado, según todo el PP el partido Podemos es una curiosa mezcla bolivariana, castrista y hitleriana, Floriano aseguró que los miembros de la Plataforma Stop Desahucios participantes en los escraches son terroristas de la peor calaña, Ignacio González manifestó que los dos millones de cuidadanos y ciudadanas que protestamos en Madrid el 22-M con las Marchas de la Dignidad éramos peligrosos violentos miembros de Amanecer Dorado (organización política griega de ideología neonazi), Alfonso Alonso garantizó que existían grandes similitudes entre unos padres que participaron en una huelga estudiantil y Batasuna, etc. Incluso tuvieron la vileza de afirmar que los atentados del 11-M en Atocha habían sido perpetrados por ETA cuando sabían sobradamente quién habían sido los verdaderos autores porque les afectaba en las elecciones. Su comportamiento es rastrero porque saben que se les acaba el chollo. Como dijo Gramsci “el viejo mundo se muere, el nuevo tarda en aparecer, y en este claroscuro surgen los monstruos”.
Francisco Melero Blasco
Miembro del Círculo Podemos La Roda.
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